Por Ana Pieters

 

Es cierto que la vida nos  brinda las mismas oportunidades y privilegios a todas las personas, pero está en cada uno de nosotros saber cómo aprovechar su potencial y utilizar los recursos  de manera inmediata. También se deben alejar los fantasmas del pasado para poder pensar con claridad o, en el momento que se necesite,  tener la mente lúcida para evitar que nos traicionen.

Roberto Durán, boxeador panameño, no tuvo una niñez fácil, se desarrolló en un contexto de extrema  pobreza,  presenciando además las peores décadas de su  país. Creció con grandes estigmas que luego, al no intentar superarlos, le pasarían factura en el momento más importante de su carrera, dejándolo en un limbo emocional y profesional.

Excelente película biográfica que recoge lo más importante de la vida de “manos de piedra”, tal como lo apodaron por sus duros golpes a los oponentes. Este pugilista, considerado uno de los mejores de la historia, con una racha envidiable y pocos escándalos, logró llevar el nombre de Panamá a lo alto del mundo deportivo, pero también su pasado y vivencias lo hicieron caer del cielo.

Con una banda sonora a cargo del gran Rubén Blades, este filme  transporta al espectador a  las décadas de los 60,  70 y  80, con una  perfecta ambientación que  cuida los detalles sin opacar la historia.

A pesar de tener grandes actuaciones y ser una trama que  engancha desde el principio, existe la sensación de que algunos cabos quedan sueltos, ya que existen episodios de la vida del boxeador  que se tocan pero  al final no se   cierran, dejando un vacío en el público.

Durán nunca superó sus fantasmas del pasado y éstos no lo dejaban seguir adelante. La pobreza en la que tuvo que vivir, el abandono de su padre y los traumas de la presencia de Estados Unidos en Panamá, maltratando a muchos de sus compatriotas, y la manera en la que llegó al boxeo, lo siguieron durante toda su carrera. La calle y su crudeza lo llevaron a desarrollar ese talento innato que tenía como peleador, pero también le quitaron parte de su niñez.

Una cinta que nos hace reflexionar  acerca de la importancia de  identificar los errores que se cometen con los deportistas prodigios, a quienes -en su mayoría- se les justifica, bajo la premisa de su dura vida, aceptando actitudes que deberían ser corregidas y dejando a un lado la necesidad de darles estudios y ayuda psicológica.

Esta película tiene mucho de biografía pero también de crítica social. Vemos a un exitoso Roberto que no lograba entender que debía enfocarse en su mente para poder pelear mejor, un hombre analfabeta  que  no se interesaba por aprender a leer y escribir. La superación personal, aspecto clave en el desarrollo integral de un atleta, era mas una preocupación de su esposa que de sus entrenadores.

Buena opción para ver cualquier día, con todas las combinaciones que un film exitoso debe tener y, por supuesto, deleitarse de las actuaciones del veterano  Robert De Niro y del venezolano Edgar Ramírez.

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Una película autobiográfica del pugilista panameño Roberto Durán, mejor conocido como “manos de piedra”

 

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